El sistema de fascias
El sistema de fascias es una red tridimensional de tejido conectivo que se encuentra presente en todo el cuerpo. Está compuesto por fibras de colágeno, elastina y otras sustancias gelatinosas, y tiene la función de proporcionar soporte estructural, mantener la integridad de los órganos y tejidos, permitir el deslizamiento entre las diferentes estructuras y transmitir fuerzas mecánicas.
Las fascias forman una red continua que envuelve y conecta los músculos, los huesos, los órganos y otros tejidos del cuerpo. Además, están interconectadas con los sistemas circulatorio, nervioso e inmunológico, lo que les confiere una influencia en la función de estos sistemas.
El sistema de fascias se divide en diferentes capas y tipos, como la fascia superficial, que se encuentra justo debajo de la piel, la fascia profunda, que rodea los músculos y los grupos de músculos, y las fascias viscerales, que envuelven los órganos internos.
La salud y el equilibrio del sistema de fascias son fundamentales para el bienestar general del cuerpo. Cuando las fascias se encuentran tensas, contraídas o con restricciones, pueden generar molestias, limitar la movilidad, provocar dolor y afectar la función de los órganos. Por lo tanto, mantener la salud de las fascias es importante para promover la flexibilidad, el movimiento fluido y la salud en general.
Existen diversas terapias y técnicas que se centran en trabajar con las fascias para liberar tensiones, mejorar la movilidad y restaurar el equilibrio en el cuerpo, como la liberación miofascial, la terapia de tejido conectivo, el masaje fascial y la técnica de liberación activa de la fascia. Estas terapias buscan deshacer restricciones y promover la salud y el bienestar del sistema de fascias.
El sistema de fascias
El conocimiento sobre el sistema de fascias es relativamente moderno. También reciente es el conocimiento de la ciencia anatómica sobre el movimiento pulsátil de los huesos del cráneo y de la médula espinal, así como la fluctuación del líquido cefalorraquídeo por el interior de las meninges.
Taylor Still empezó a hablar del tejido fascial al principio de su trabajo como osteópata, considerándolo de gran importancia en el estudio y desarrollo de una lesión osteopática. Decía también que aún nos quedaba mucho para comprender mínimamente el papel de las fascias.
El hombre está formado por huesos, músculos, nervios, ligamentos, vasos sanguíneos, etc. y todos estos sistemas están íntimamente interrelacionados a través del tejido fascial, asegurando así la cohesión del conjunto y estableciendo un vínculo interno entre todos sus sistemas por medio de una perfecta red de comunicación electro-química y neuronal.
El tejido fascial se encuentra por todo el cuerpo, aunque reciba en anatomía diferentes nombres según dónde se encuentre o la función que realice. Por ejemplo, el tejido aponeurótico, el tejido conjuntivo, las meninges, las membranas exocraneales e indocraneales, los ligamentos, los tendones, los músculos, etc. son tejidos fasciales.
Al tejido conjuntivo rodea y protege al tejido muscular. El tejido fascial es una capa ancha de tejido conjuntivo fibroso y el tejido conjuntivo comparte estructura, forma y componentes similares al tejido fascial. El tejido conjuntivo es el más abundante en el cuerpo humano. El tejido conjuntivo es el órgano de la forma. Este tejido también llamado fascia, está formado por capas reticulares de tejido que envuelven todos los componentes de nuestro cuerpo. Cada músculo, órgano, hueso, nervio, ligamento, etc. tiene o está envuelto por tejido fascial, todo en menor o mayor medida dispone de capas de tejido conjuntivo.
Si se quitaran todos los órganos, huesos, músculos, etc. del cuerpo humano, dejando solamente el tejido fascial, anatómicamente hablando quedaría un mapa perfecto de dicho cuerpo que pesaría unos 20 kilogramos.
Las fascias son el elemento de subdivisión y clasificación de nuestro cuerpo, a la vez que informan al sistema nervioso central sobre la estructura interna de nuestro cuerpo. Podemos decir que el tejido fascial es el órgano de la forma.
Por ejemplo, si introdujéramos una fina aguja por la piel del brazo hasta el hueso, la aguja pasaría por varias capas de fascias. Primero atravesaríamos la fascia superficial, justo debajo de la piel, luego las sucesivas fascias de los músculos, primero su envoltorio, luego el tejido conjuntivo y al final atravesaríamos la capa conectiva entre el músculo y el periostio.
Las fascias definen planos y volúmenes dentro de nuestro cuerpo. Entre sus funciones están la de ayudar al movimiento y deslizamiento de músculos y de órganos entre sí, la de protegerlos, nutrirlos y servir de apoyo al sistema nervioso central.
En terapia cráneo-sacral consideramos al tejido conjuntivo como un tipo de tejido fascial, ya que está constituido por muchos de los componentes y dispuesto de manera parecida al tejido fascial.
Por tanto, definimos que nuestro cuerpo está formado en su mayoría por tejido conjuntivo, cuya algunas de sus propiedades es responder a influencias químicas o mecánicas con cambios momentáneos o permanentes. Serán permanentes si la frecuencia y la intensidad son reiteradas y por tanto el tejido organizado en fascias que recorren todo el cuerpo y envuelven los músculos se va viendo afectado y por tanto se organiza de forma diferente, desviando las estructuras de su forma habitual, esto afectara por tanto a las articulaciones y a su movilidad. Este tejido fascial tras el trauma físico o psíquico repetitivo se contrae y arrastra en su desplazamiento a las demás estructuras, y si la situación no es corregida a tiempo, con mucha facilidad producirá desviaciones en diversas partes del cuerpo, que con el tiempo se pueden hacer crónicas.
El sistema de fascias, en el que se basa esta terapia, dispone de un gran poder de almacenaje del trauma físico o psíquico y es el único sistema capaz de conectar los sistemas mental, emocional, sensorial y locomotor a través de la memoria y durante las 24 horas del día, mediante su intrincado sistema de fibras fasciales que sobrepasa aspectos de espacio y tiempo.
Es decir, uno se puede torcer un tobillo y después de un mes tener un dolor de mandíbula que el dentista no podrá localizar. En este aparentemente simple proceso de torcedura del tobillo se ha producido una compleja reacción en cadena. A través de este tejido especializado o fascia,dicho golpe será compensado y el efecto del impacto y el dolor serán re-dirigidos propagándose como una onda en dirección opuesta.
Hasta ahora las investigaciones anatómicas modernas no han mostrado mucho interés por las fascias. Los libros y atlas de anatomía muestran los músculos, órganos, huesos, nervios, etc. al descubierto. Aunque todos estos órganos sean los mismos en todas las personas puesto que fisiológica y morfológicamente apenas existen diferencias entre dos cuerpos, lo que sí varía de un cuerpo a otro es el estado del tejido fascial de cada órgano, de cada parte del cuerpo.
Recordemos que las fascias conforman la estructura y la forma del cuerpo humano que a su vez no es más que un reflejo de ciertos patrones básicos y circunstanciales adoptados.
Estos patrones estructurales tienen una larga historia, los adoptamos en la infancia, en la pubertad o incluso en el nacimiento.
Todos los patrones físicos están sometidos a un proceso de formación a lo largo de la vida humana. Las influencias internas y externas determinan nuestra apariencia corporal. Lo que hemos vivido, las experiencias emocionales que hemos experimentado, las circunstancias traumáticas que hemos pasado, según cómo lo hemos experimentado o vivido en nuestro Ser y cómo hemos permitido que repercuta en nuestra morfología, determinará en gran medida nuestra estructura corporal. Todos estos aspectos psicológicos y/o energéticos repercuten muy directamente en el tejido fascial.
Si entendemos la vida como una secuencia de reencarnaciones, podemos entender también cómo desde nuestro nacimiento tenemos ya rasgos muy particulares sobre nuestra morfología. Podemos decir que la morfología corporal crea aspectos psicológicos y que éstos a su vez crean nuestra estructura corporal. Al nacer venimos con deformaciones de la columna o rasgos morfológicos propios de cada uno, desde el nacimiento y es muy probable que traigamos estos defectos de otras vidas, ya que las fascias van más allá del tiempo y del espacio.
Podemos decir también que a los 10 años tenemos el cuerpo con el que hemos nacido y a los 40 años tenemos el cuerpo que nos hemos hecho. Cuando hablamos de cuerpo estamos refiriéndonos a su forma exterior e interior.
En biología el tejido fascial está considerado entre la morfología y la fisiología. La morfología se encarga de sistematizar, clasificar o distinguir el cuerpo humano. La fisiología se ocupa de los procesos del cuerpo viviente, cómo funciona y qué actividades realiza.
Esta ciencia todavía no tiene claro qué alcance y qué función realiza el sistema fascial en los procesos del organismo. Sin embargo, antes o después la ciencia descubrirá la gran importancia del tejido conjuntivo o fascial para la formación y mantenimiento de la vida.
Podemos asegurar que el tejido fascial tiene un papel muy importante en el control del crecimiento del organismo, así como su mantenimiento y relación con el sistema nervioso central.
Repetimos pues que lo que fundamentalmente establece las diferencias entre un cuerpo y otro son las fascias.