02- Campo energético humano
El campo energético humano, también conocido como campo bioenergético o aura, es un término utilizado para describir la energía sutil y electromagnética que rodea y permea el cuerpo humano. Según diversas tradiciones y enfoques de la medicina energética y la espiritualidad, se cree que cada ser humano tiene un campo energético único y dinámico que refleja su estado de salud física, emocional, mental y espiritual.
El campo energético humano está compuesto por diferentes capas o niveles que interactúan entre sí. La capa más cercana al cuerpo físico se conoce como el cuerpo etérico, que se cree que contiene la energía vital o prana que sostiene la vida. A medida que nos alejamos del cuerpo físico, encontramos capas como el cuerpo emocional, el cuerpo mental y el cuerpo espiritual, que corresponden a los aspectos emocionales, mentales y espirituales de nuestro ser.
El campo energético humano también incluye los centros de energía conocidos como chakras, que son vórtices de energía que se encuentran a lo largo del cuerpo y están asociados con diferentes aspectos de nuestra vida y bienestar. Se cree que los chakras interactúan con el campo energético y afectan nuestro equilibrio y vitalidad.
A través de diversas prácticas como la meditación, la terapia energética y la atención consciente, se busca equilibrar y armonizar el campo energético humano, promoviendo así un mayor bienestar físico, emocional, mental y espiritual. También se considera que el campo energético humano interactúa con el entorno y puede influir en nuestras interacciones con otras personas y el mundo que nos rodea.
Es importante destacar que la existencia y la naturaleza del campo energético humano no son ampliamente aceptadas ni explicadas por la ciencia convencional. Sin embargo, en diversas tradiciones culturales y prácticas holísticas, se ha estudiado y trabajado con el campo energético humano durante siglos.
El campo energético humano C. E. H. es una manifestación de energía universal íntimamente vinculada con la vida humana. Usualmente se denomina aura, y ha sido descrito como un ente luminoso que rodea el cuerpo físico y penetra en él, y que emite su propia radiación característica. El aura es la parte del CAMPO ENERGÉTICO UNIVERSAL asociada con los objetos. El aura humana, o campo energético humano, es la parte del CAMPO ENERGÉTICO UNIVERSAL relacionada con el cuerpo humano. Se distinguen numerosos sistemas creados a partir de la observación’ para definir el campo aural Todos ellos dividen el aura en capas y definen éstas por sus posiciones, color, brillantez, forma, densidad, fluidez y función.
Adeptos de todas las religiones afirman haber experimentado o visto luces alrededor de las cabezas humanas. Mediante prácticas religiosas tales como la meditación y la oración alcanzan estados de conciencia ampliada que activan sus capacidades latentes de percepción sensorial elevada.
La tradición espiritual india, que cuenta con más de cincuenta siglos de antigüedad, habla de una energía universal denominada Prona, considerada el constituyente básico y la fuente de toda vida. El Prana o hálito vital fluye por todas las formas, a las que ha dado vida. Los yoguis practican la manipulación de esta energía mediante técnicas respiratorias, meditación y ejercicios físicos cuya finalidad es mantener unos estados alterados de conciencia y de juventud mucho más allá de su alcance normal.
En el tercer milenio antes Cristo. los chinos propugnaban la existencia de una energía vital a la que denominaban Chi: toda materia, animada o no, está compuesta y trasfundida por esta energía universal. El Chi contiene dos fuerzas polares, el yin y el yang. Cuando están equilibradas, el sistema vital muestra salud física; si se desequilibran, el resultado es la enfermedad. Un yang demasiado poderoso tiene como consecuencia un exceso de actividad orgánica. Si el que predomina es el yin da lugar a un funcionamiento insuficiente. Ambos desequilibrios provocan enfermedad física. La antigua técnica de la acupuntura se centra precisamente en equilibrar el yin y el yang.
La Cábala, teosofía mística judía surgida alrededor del año 538 a.C., denomina a esta misma energía luz astral. En la iconografía religiosa cristiana, Jesús y otras figuras espirituales aparecen rodeados por campos luminosos. El Antiguo Testamento contiene numerosas referencias a la luz que rodeaba a la gente y a la aparición de luces, pero estos fenómenos perdieron su significado original con el transcurso de los siglos.
Muchos pensadores científicos occidentales han sostenido, a lo largo de la historia, la idea de una energía universal que penetra en la naturaleza de forma global. Esta energía vital percibida como un cuerpo luminoso fue registrada por los pitagóricos, por primera vez en la literatura occidental, alrededor del año 500 antes Cristo, afirmaban que su luz podía producir muy diversos efectos sobre el organismo humano, incluyendo la curación de enfermedades.
Van Helmont y Mesmer observaron, en el siglo XIX, otras propiedades de los fenómenos de energía universal que dieron lugar al mesmerismo, que se convertiría luego en el hipnotismo. Según estos autores, los objetos animados e inanimados se podían cargar con este «fluido», y los cuerpos materiales podían ejercer mutuas influencias a distancia, lo que sugería la posible existencia de un campo, análogo en algunos sentidos a un campo electromagnético.
A mediados del siglo XIX, el conde Wilhelm Von Reichenbach dedicó treinta años a experimentar con el «campo» al que denominó fuerza «ódica». Comprobó que mostraba muchas propiedades similares a las del campo electromagnético descrito anteriormente, en el mismo siglo, por James Clerk Maxwell. También descubrió numerosas propiedades exclusivas de la fuerza ódica. Determinó que los polos de un imán no sólo presentan una polaridad magnética, sino también una polaridad exclusiva relacionada con este «campo ódico». Otros objetos, los cristales, por ejemplo, también presentan esa polaridad única sin ser magnéticos por sí mismos. Los polos de la fuerza ódica presentan las propiedades subjetivas de resultar «calientes, rojos y desagradables», o bien «azules, fríos y agradables» a las observaciones de individuos sensibles. Determinó, además, que los polos opuestos no atraen como en el electromagnetismo.
Comprobó que, con la fuerza ódica, los polos semejantes se atraen (es decir, el igual atrae al igual). Se trata de un fenómeno aural muy importante, como tendremos ocasión de ver más adelante.
La forma más sencilla de empezar a observar el campo energético universal consiste, simplemente, en relajarse tendido de espaldas sobre la hierba en un agradable día soleado y dejar que la mirada vague por el cielo. Poco tiempo después podremos observar unos glóbulos diminutos de orgón que forman dibujos garabateados sobre el fondo azul celeste. Parecen diminutas bolas blancas, en ocasiones con una mancha negra, que aparecen durante un par de segundos, dejan una ligera estela y desaparecen de nuevo.
También los objetos inanimados tienen aura. La mayoría de los efectos personales se empapan de la energía de su propietario y la irradian. Las piedras preciosas y los cristales muestran interesantes auras que se pueden emplear en la curación, con muchos y complicados dibujos formando capas. Por ejemplo, la amatista tiene un aura dorada con rayos de esa misma tonalidad que saltan de sus puntas cortadas en facetas naturales.
Se denomina cámara Kirlian a una cámara capaz de plasmar en una imagen el efecto corona de cualquier objeto u organismo al aplicar un campo eléctrico sobre una placa.
La cámara Kirlian permite fotografiar el efecto corona que se genera con cualquier objeto (vivo o inanimado). Los creyentes opinan que el estudio de la intensidad de este fluido, permite analizar el estado anímico y físico de una persona. Mediante la cámara afirman que se obtiene lo que se ha denominado el efecto Kirlian o halo luminoso, es decir, una especie de aureola energética que rodea al objeto fotografiado.
El campo energético universal ha sido conocido y observado a lo largo de los siglos. Se ha estudiado hasta en las épocas más remotas de la historia. Cada cultura ha dado un nombre distinto al fenómeno del campo energético y lo ha considerado desde su punto de vista particular. En la descripción de sus observaciones, cada una de estas culturas encontró propiedades básicas similares en el campo energético universal.
El campo energético universal empapa todos los objetos, animados e inanimados, del espacio y los conecta entre sí; fluye de un objeto a otro y su densidad varía en relación inversa a la distancia desde su fuente. Sigue, además, las leyes de la inductancia armónica y la resonancia simpática (el fenómeno que se produce cuando se golpea un diapasón y otro situado cerca empieza a vibrar a la misma frecuencia, produciendo idéntico sonido).
Las observaciones visuales revelan que el campo está muy organizado en una serie de puntos geométricos, puntos de luz pulsantes aislados, espirales, tramas de líneas, chispas y nubes. El campo palpita y se puede detectar mediante el tacto, el gusto y el olfato y su sonido y luminosidad son perceptibles para los sentidos superiores.
Los investigadores de este campo afirman que el campo energético universal es básicamente sinérgico, lo que indica una acción simultánea de distintos medios que en conjunto tienen un efecto total más elevado que la suma de sus efectos individuales. Este campo es lo opuesto de la entropía, término utilizado para describir el fenómeno de la lenta degradación que observamos corrientemente en la realidad física, el derrumbamiento de la forma y el orden.
El C. E. U. tiene un efecto organizador sobre la materia, y crea formas. Parece existir en más de tres dimensiones. Cualquier cambio en el mundo material va precedido por una modificación en este campo. El campo energético universal está asociado siempre con alguna forma de conciencia, que va desde la extraordinariamente desarrollada hasta la muy primitiva. La conciencia muy desarrollada está asociada con «vibraciones» y niveles energéticos más altos.
Es importante abrir los chakras y dejar que la energía fluya. Por tanto, podemos considerar dos significados en el hecho de permanecer «abiertos». Significa, en primer lugar, metabolizar una gran cantidad de energía desde el campo universal a través de todos los chakras, grandes y pequeños. Por otra parte, significa ceder, y en cierto modo tratar, toda la conciencia relacionada con la energía que fluye a través de uno.
Es importante abrir los chakras y aumentar nuestro flujo energético, ya que cuanta más energía dejemos fluir más sanos nos encontraremos. La enfermedad del sistema la provoca un desequilibrio de energía o un bloqueo del flujo energético. Dicho de otro modo, la falta de flujo en el sistema energético humano conduce indefectiblemente a la enfermedad, además de deformar nuestras percepciones y embotar nuestras sensaciones, interfiriendo así en una experiencia serena de vida plena. Como los chakras sirven para vitalizar el cuerpo, se encuentran directamente relacionados con cualquier patología de éste.
Se puede percibir siete capas aurales y suele ser más fácil percibir las más cercanas al cuerpo, que son las de mayor densidad. Cuanto más elevada era la capa, mayor era la necesidad de expandir mi conciencia para detectarla. Es decir, que, para percibir las capas superiores, como la quinta, la sexta y la séptima, tenía que sumirse en un estado meditativo, por lo general con los ojos cerrados.
Cada capa parece distinta y tiene su propia función. Cada capa del aura está relacionada con un chakra. Es decir, la primera capa está asociada con el primer chakra, la segunda con el segundo chakra, y así sucesivamente. Se trata de conceptos genéricos que se complicarán muchísimo a medida que profundicemos en el tema. Por el momento, nos limitaremos a relacionarlos para dar una visión de conjunto. La primera capa del campo y el primer chakra están relacionados con el funcionamiento del cuerpo y la sensación física (sentir dolor o placer físicos). La primera capa guarda relación con el funcionamiento automático y autónomo del cuerpo. La segunda capa y el segundo chakra se relacionan, en general, con el aspecto emotivo de los seres humanos. Son vehículos de nuestra propia vida y de nuestros sentimientos emocionales. La tercera capa está asociada con nuestra vida mental, con el pensamiento lineal. El tercer chakra está relacionado con el pensamiento lineal. El cuarto nivel, que se relaciona con el chakra del corazón, es el vehículo por medio del cual amamos, no sólo a nuestra pareja, sino a la humanidad en general. El cuarto chakra es el que metaboliza la fuerza amatoria. Por su parte, el quinto nivel está relacionado con una voluntad más elevada que tiene mayor conexión con la voluntad divina, y el quinto chakra se asocia con el poder de la palabra, dando ser a las cosas mediante ella, escuchando y aceptando la responsabilidad por nuestras acciones. El sexto nivel y el sexto chakra están asociados con el amor celestial, que se extiende más allá del alcance del amor humano, abarca toda la vida y establece una declaración de cariño y apoyo para la protección y el alimento de toda vida. Mantiene todas las formas de vida como precisas manifestaciones de Dios. Finalmente, la séptima capa y el séptimo chakra guardan relación con el pensamiento elevado, el conocimiento y la integración de nuestra formación espiritual y física.
Cada uno de los cinco sentidos está asociado con un chakra: el tacto con el primero; el oído, el olfato y el gusto con el quinto (el chakra de la garganta); y la vista con el sexto, o tercer ojo.
Los chakras del cuerpo aural tienen tres funciones principales:
- Revitalizar cada cuerpo aural y, con ello, el cuerpo físico.
- Provocar el desarrollo de distintos aspectos de la autoconciencia. Cada chakra está relacionado con una función psicológica específica. El capítulo 11 trata de los efectos psicológicos que tiene la apertura de chakras específicos en los cuerpos etéreo, emocional y mental.
- Transmitir energía entre los niveles aurales. Cada capa aural tiene su propio juego de siete chakras mayores, cada uno situado en el mismo lugar en el cuerpo físico. Ello es posible porque cada capa progresiva existe en octavas de frecuencia siempre crecientes. Por ejemplo, para el cuarto chakra hay realmente siete chakras, cada uno de una banda de frecuencia más alta que el inferior. Los chakras parecen estar alojados uno dentro de otro, como si fueran vasos encajados. Cada chakra de cada capa superior se extiende más lejos en el campo aura] (hasta el borde de cada capa) y es ligeramente más ancho que el situado debajo.
La energía se transmite de una capa a la siguiente a través de pasajes situados en las puntas de los chakras. La mayoría de las personas tienen sellados estos pasajes. Se abren como resultado del trabajo de purificación y, por tanto, los chakras se convierten en transmisores de energía de una capa a otra.
Cada chakra de la capa etérea está directamente conectado al mismo chakra del siguiente cuerpo más fino que lo rodea y lo penetra. Los chakras del cuerpo emocional están conectados a los del siguiente cuerpo más fino, el mental, y así sucesivamente para las siete capas.
En la literatura esotérica oriental se considera que cada uno de los chakras tiene cierto número de pétalos. Al observarlos de cerca se ve que estos pétalos se asemejan a pequeños torbellinos giratorios que ruedan a velocidades muy altas. Cada torbellino metaboliza una vibración energética que resuena a su frecuencia específica de giro. El chakra pélvico, por ejemplo, tiene cuatro torbellinos pequeños y metaboliza cuatro frecuencias básicas de energía, y otro tanto sucede con los restantes chakras. Los colores que se observan en cada chakra guardan relación con la frecuencia de energía que se metaboliza a su velocidad determinada.
El sistema energético humano está formado principalmente por centros de energía que comúnmente se denominan chakras. Está palabra en sánscrito significa rueda. También se denominan centros vitales o energéticos, porque sin ellos no sería posible la vida del ser humano simplemente por el hecho de que sin un sustento energético la vida tal y como la conocemos es imposible.
Los chakras rigen los diferentes cuerpos o niveles que poseen los seres humanos y que describiré más adelante. Desgraciadamente muchas personas niegan o desconocen la existencia de los chakras. Negar un hecho porque nuestros limitados sentidos no puedan verlo es un craso error. Como dicta el artículo 6 del Código Civil español «el desconocimiento de la ley no exime de su cumplimiento»: negar la existencia de la energía no va a impedir que esta actúe según unas leyes naturales muy precisas.
Cada ser humano posee siete centros vitales que se ubican entre la base de la columna vertebral y la parte alta de la cabeza. Estos centros distribuyen la energía por todo el organismo, gobernando el estado físico, mental y emocional de las personas. Como he dicho chakra quiere decir rueda en sánscrito. Si pudiéramos observarlos de frente veríamos una rueda. En realidad, son como un embudo con una parte más estrecha que se engancha al físico y que se va ensanchando cuando se separa de él. Todas las culturas ancestrales los han tenido muy presentes. Salvo excepciones, se han olvidado estos conocimientos.
Se puede ver la energía que fluye al interior de estos chakras desde el campo energético universal. Cada torbellino turbulento de energía parece aspirar o recoger energía. Su funcionamiento se asemeja al de los torbellinos conocidos de agua o aire, como remolinos, ciclones, trombas marinas y huracanes.
Chakra | Núm.. de torbellinos | Glándula endocrina | Área del cuerpo gobernada |
1-Base | 4-Rojo | Cortico adrenales | Espina dorsal. Riñones |
2-Sacro | 6-Naranja | Gónadas | Sistema reproductor |
3-Plexo solar | 10-Amarillo | Páncreas | Estómago, hígado. vesícula biliar, sistema nervioso |
4-Corazón | 6-Verde | Timo | Corazón, sangre, nervio vago, sistema circulatorio |
5-Garganta | 16-Azul | Tiroides | Aparato bronquial y vocal. pulmones. Canal alimentario |
6-Cabeza | 96-Índigo | Pituitaria | Cerebro inferior, ojo izq., orejas, nariz, sistema nervioso |
7-Corona | 972-Violeta, blanco | Pineal | Cerebro superior, ojo derecho |
La energía es un concepto que puede tener muchos significados. Para la mayoría de personas cuando nos referimos a energía, la asimilarán a encontrarse con fuerza y vitalidad. El ser humano es mucho más que un conjunto de órganos, sangre, huesos y músculos, existe una inteligencia invisible que hace posible que sintamos, experimentemos e interactuemos con nuestro entorno de una forma coherente.
Quizás te has preguntado alguna vez por qué un nudo en la garganta te impide expresar tu punto de vista o tus pensamientos. O por qué te duele habitualmente un punto concreto de la espalda independientemente de lo que hagas o no hagas. Tal vez te sientes víctima de las circunstancias, pero no sabes muy bien por qué.
El tema de la curación es tan antiguo como las mismas edades y ha sido siempre materia de investigación y de experimentación. Pero el correcto empleo de las fuerzas de curación y de la facultad de curar está en su infancia. Solo en esta era y generación, es posible, por fin, impartir las leyes de la curación magnética e indicar las causas de la enfermedad –originadas en los tres cuerpos internos- que hoy devastan la estructura humana, causan un sinfín de sufrimiento y dolor, y hacen que el hombre atraviese el portal que conduce al mundo de la existencia incorpórea. Recién ahora el hombre ha llegado a un grado de evolución de su conciencia en que puede comenzar a comprender el poder de los mundos subjetivos y la nueva y vasta ciencia de la psicología es su respuesta a este creciente interés.